sábado, 26 de julio de 2008

Las equivocaciones son actos psíquicos completos

MÚLTIPLE INTERÉS DEL
PSICOANÁLISIS

(Interés psicológico y
procedimiento terapéutico.)
LOS LAPSUS:
¿equivocaciones o aciertos?
El Psicoanálisis es una ciencia joven, que cuenta con poco más de 100 años desde su nacimiento.
Hasta la producción de este campo científico, el Psicoanálisis, numerosos fenómenos psíquicos, los sueños, los actos fallidos, son pensados como una temporal anormalidad de la capacidad funcional. Un error que no puede explicarse fácilmente por la teoría psicofisiológica ni tampoco por la de la atención.
El psicoanálisis nos muestra que tanto los sueños, como las funciones fallidas son hechos psíquicos, diferencia muy considerable cuando se las trata como perturbaciones orgánicas o disminución anormal de la capacidad funcional; ya que todos estos fenómenos, pueden ser explicados e integrados en el conjunto conocido ya del suceder psíquico.
Cuando acontece el acto fallido podemos darnos cuenta del mismo y se puede conocer separadamente la tendencia reprimida que en su fondo existe, pero ignoramos, hasta que en el análisis se revela, la relación causal existente entre la tendencia y el acto.
Los llamados «lapsus» son frecuentes y conocidos, como el soñar que es común a todos, para sanos y enfermos.
Estos productos que deben ser considerados como productos de nuestro psiquismo, fuera de un análisis, no son apreciados y nos parecen a simple vista poco o nada importantes. Se producen cuando, al querer decir una palabra, decimos otra, al hablar, al escribir y al leer, cuando oímos una palabra distinta de la pronunciada. Los olvidos temporales de objetos, de nombres y lugares, cuando decimos, por ejemplo: -lo tengo en la punta de la lengua- y cuando se pronuncian los reconocemos en el acto.
Los olvidos de propósitos, que luego recordamos y que por tanto, sólo hemos olvidado durante determinado tiempo y también ciertos accidentes que provocamos sin darnos cuenta.
Estos actos poseen un íntimo son de escasa relevancia y corta duración. Su aparente falta de importancia hace que no despierten nuestra atención. Ahora bien, tenemos que tener en cuenta que “no podemos confundir en las críticas que nos suscitan la importancia de los problemas, con la apariencia exterior de los signos que se manifiestan.”
No podemos despreciar los pequeños signos que, tomándolos en consideración, pueden servirnos de guía para realizar importantes descubrimientos.
Aquello que había pasado inadvertido y que el psicoanálisis añade es, precisamente, lo esencial de la cuestión investigada.
Claro es, que si el “acto fallido” no lo observamos bajo la mirada psicoanalítica, lo seguiremos confundiendo con pequeños accidentes casuales y hay que tener en cuenta una cuestión importante que Freud nos advierte, “afirmar que existen sucesos tan insignificantes que se encuentran fuera del encadenamiento de la fenomenología universal y que lo mismo hubieran podido no producirse, trastornaría toda la concepción científica del mundo”. Y esto es lo que hacemos al recurrir a explicaciones como: -son pequeñas desviaciones de la función anímica o inexactitudes del mecanismo psíquico, o: -se está fatigado o sobreexcitado, o absorbido por cuestiones diferentes a las que nos proponemos. Sin embargo, no ocurre así, muchos actos
resultan particularmente acertados si no son objeto de una atención especial y el error se produce, en cambio, cuando nos interesamos de una manera particular. El acto fallido cuando se produce, dentro de las múltiples posibilidades que tenía para realizarse, lo hace de un modo determinado. Hay razones decisivas que nos imponen tal o cual elección. En sí mismo e independientemente de las circunstancias en que se produce, presenta un sentido propio. El sentido de un proceso psíquico es la intención a que dicho proceso sirve dentro de una serie psíquica. Entonces, la equivocación tiene que ser considerada como un acto psíquico completo
con su fin propio. La intención o sentido de la equivocación se muestra con evidente claridad, cuando expresa todo lo contrario de lo que se proponía.» Por ejemplo, en el olvido de intenciones o propósitos, que puede atribuirse, de una manera general, a la acción de una corriente contraria, opuesta a la realización de los mismos.
Son actos fallidos para un sistema y aciertos para otro.

En una ocasión singular, el presidente de la Cámara de Diputados, para abrir una sesión dijo: “Señores Diputados, se levanta la sesión”; es evidente, aunque tuviera que abrir la sesión, le agradaba levantarla.
Otro ejemplo es el lapsus cometido por un ministro en una rueda de prensa, que al comunicar
el número de empleos que se preveían crear para el siguiente año, se equivocó y dijo “desempleo”.
Evidentemente, el ministro quería anunciaruna buena noticia, pero quizá no estaba convencido de los datos que iba a ofrecer a la población. Otro ejemplo muy corriente es cuando alguien se disculpa de no haber acudido a la cita prevista, diciendo que se le ha olvidado, no dudaremos ni un instante en creer que ese encuentro no le interesaba mucho. Pensaremos sin ninguna duda en su falta de interés.
Es decir se admite generalmente que la función fallida tiene un sentido, sin embargo, tenemos la ilusión de la existencia de una libertad psíquica y nos cuesta renunciar a ella.

“La salud, es construir en
el Sujeto, nuevos modos de vida.”
S A L U D


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